Calcetines y memes

Leer la primera parte.

¿Por qué nos ponemos los calcetines que nos ponemos y no otros? Nuestra genética, quizás, puede explicar por qué elegimos vestirnos, y quizás incluso por qué cubrimos nuestros pies, pero sería absurdo considerar que tiene algún tipo de influencia en nuestra forma de vestir y nuestras preferencias a la hora de cubrirnos. Digo esto porque las ropas pueden cambiar radicalmente en apenas un siglo, un periodo de tiempo en el que la evolución genética no son capaces de hacer virtualmente nada.

Una opción es decir que nuestras ropas evolucionan al azar. Sin embargo, sería un azar restringido, ya que los abrigos de piel nunca se podrían poner de moda en zonas ecuatoriales donde nunca se baja de los 20 ºC; tampoco sería sostenible una moda de ropa interior hecha de uranio ni de gorros impregnados en polvo lunar (al menos por el momento). Igual que un gen para el pelo azul brillante no sería muy útil para un animal que quiere camuflarse en el bosque, una tendencia de abrigos de piel no sería muy útil para una cultura que quiere sobrevivir a un clima extremadamente cálido. Las tendencias en la moda, como cualquier otro comportamiento, se ven influenciadas por su entorno y por los recursos al alcance de quienes adoptan ese comportamiento.

Esta idea es interesante, y nos lleva a pensar que los comportamientos tienen una utilidad, pero no tienen por qué tenerla. A lo largo del día hacemos cientos de cosas que no mejorarán nuestras previsiones de supervivencia o reproducción, ni incrementarán nuestra calidad de vida, y sin embargo las hacemos. Existen comportamientos que no tienen utilidad alguna, pero que aun así viven en nosotros; casi como esos fragmentos de ADN que no sirven, en principio, para nada, pero siguen con nosotros generación tras generación. Considerar estos comportamientos hace que la hipótesis del «comportamiento útil» pierda sentido.

Además de todo esto, existen comportamientos que parecen aprovecharse de quienes los llevan a cabo, incluso llegando a ser perjudiciales. Comportamientos como la drogadicción o la tendencia autodestructiva son evidentemente negativos, y sin embargo siguen apareciendo de forma constante en los seres humanos. Por continuar la analogía con el mundo biológico, recuerdan casi a parásitos que se aprovechan del cuerpo y los recursos de su hospedador hasta que lo han consumido por completo y dan el paso a otro individuo.

Todas estas ideas de comportamientos útiles, comportamientos irrelevantes y comportamientos parásitos nos llevan, como ya llevaron a Richard Dawkins en «El Gen Egoísta», a considerar el comportamiento humano (y quizás no solo humano) como un campo de juego análogo al de la evolución biológica. De esta forma, al igual que las características biológicas de los seres vivos se transmiten mediante genes, las culturales lo hacen a través de lo que él bautizó como «memes». Los comportamientos que mencionábamos antes pueden denominarse memes, existiendo así memes útiles (como abrigarse en invierno o cocinar la carne antes de comerla), memes en principio irrelevantes (como teñirse el pelo o cortarse las uñas) y memes dañinos o parásitos, como el consumo abusivo de drogas.

Los genes dan forma a nuestros cuerpos con el único objetivo de utilizarlos para su replicación, los memes dan forma a nuestras mentes con el fin de capacitarlas para multiplicarlos. Así, del mismo modo que el gen de los ojos verdes se beneficia de estar en el mismo organismo que, por ejemplo, el gen de una gran fuerza física, un meme de una ideología política se beneficia de estar en la misma mente que un meme de la comunicación carismática. Los genes se benefician de los cuerpos competentes, y los memes se benefician de las mentes competentes.

Cuando me encontré con esta pila de ideas al leer «El Gen Egoísta», quedé fascinado no solo por su elegancia, sino también por la nueva perspectiva que daba del mundo humano que nos rodea. La idea del «meme» como elemento portador de cultura, que se replica y salta de mente a mente, como mediante estornudos mentales, me ha cautivado desde entonces.

Ahora, tiempo después de aquel momento inicial de fascinación, me he decidido a dedicar un espacio a conversar, discutir y explorar el alargado brazo de los memes, tanto los tradicionales, de los que hablaba Dawkins, como los modernos, los de los chistes de internet y las bromas recurrentes.

Si quieres saber más, puedes seguir leyendo sobre memes aquí.

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